La teoría de los rasgos se refieren a las características particulares de cada individuo como el temperamento, la adaptación, la labilidad emocional y los valores que le permiten al individuo girar en torno a una característica en particular (Engler, 1996). En este sentido Raymond Cattel, uno de los personajes más significativos en esta teoría, agrupó los rasgos en cuatro formas que se anteponen; de esta manera su clasificación fue la siguiente:
- Comunes (propios de todas las personas) contra únicos (son característicos de individuo)
- Superficiales (fáciles de observar) contra fuentes (solo pueden ser descubiertos mediante análisis factorial)
- Constitucionales (dependen de la herencia) contra moldeados por el ambiente (dependen del entorno)
- Los dinámicos (motivan a la persona hacia la meta) contra habilidad (capacidad para alcanzar la meta) contra temperamento (aspectos emocionales de la actividad dirigida hacia la meta)
Posteriormente, Hans Eysenck (1970) definió la personalidad como una organización estable y perdurable del carácter, del temperamento, del intelecto y del físico de la persona, lo cual permite su adaptación al ambiente, definición originada a partir del orden de las fuerzas biológicas, la tipología histórica y la teoría del aprendizaje, estableciendo así la base de la personalidad compuesta por tres dimensiones:
- Introversión-extroversión,
- Neuroticismo (síntomas relacionados con la ansiedad)
- Psicoticismo (conducta desorganizada)
Eysenck describe la personalidad como una jerarquía de respuestas especificas y respuestas habituales que no solo describen la conducta sino que busca comprender los factores causales de la misma (Engler, 1996).

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